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sábado, 25 de noviembre de 2017

Crónica del Otoño en Laponia. Por José Mijares (Cap. I)

Tenemos el placer de presentar hoy la crónica de las "estiradas de patas" de nuestros habituales José Mijares y su gran amigo cánido Lonchas, un Alaskan Malamute de 60 kilos malcontados, con el que José campa por los territorios lapones desde hace ya muchos años.
Para aquel lector que no conozca a José Mijares, decir que únicamente tiene que abrir su web page y "ver" las fotos. Ya se hará una idea. Y aunque eso sea resumir demasiado una vida dedicada al wilderness y a la búsqueda de lo inencontrable, hasta tal punto que pueda llamarme para decirme, en su estilo: "Macho...,¡¿como que miren sólo las fotos...?!", me arriesgo a decirlo porque a veces, las imágenes pueden contar ya la historia que queremos encontrar y en su web, sobradamente lo haremos. Da igual el continente o la actividad.
También da la bienvenida junto a Gloria en el Artico Ice Bar de Honningsvag, en Noruega y es director de la Artico Polar Academy.

Nos he enviado una crónica de dos viajes por Laponia, su patio de recreo, del que casi no le queda un rincón por conocer. Y los vamos a separar en dos entregas.
Ahí va la primera.
Gracias José Mijares.
La tundra, en nuestro caminar con el packraft en la mochila, desde la cabaña de Joktajavre a la cabaña de Bobohytta.

Parque nacional de Stabbursdalen 

-"Estamos a finales de agosto y ya estoy harto y cansado de trabajar; Me siento como el anfitrión que echa al último borracho de la fiesta y se tira en el sofá pensando: por fin solo.
Los mosquitos ya se han ido y el frío anuncia lentamente el cambio de temporada. El bosque esta como nunca, no cabe de bonito.

La primera oscuridad después de un verano sin noche de 75 días siempre me pilla por sorpresa. Estamos en otoño, la estación más corta en Laponia. Y para mí la más bella. 
Desperdigados por las llanuras y bosques acecharan cazadores y perros en busca de perdices nivales y alces. Yo, que ni cazo ni pesco espero ansioso el otoño para caminar y remar en compañía de lonchas. Para emborracharme de silencio, para estar a solas con la naturaleza.

Me conformo con ver perdices, alces, renos, águilas y a los cisnes cantores nadando plácidamente. A ser posible vivos. Estos serán nuestros compañeros de viaje. A Lonchas con ser libre le basta, a mí con parecerlo también.

Este año tenía dos rutas pensadas, tres si conseguía alinear marte y venus. La primera y más importante para mí era cruzar de sur a norte el parque nacional de Stabbursdalen, pero empezando la travesía fuera de los límites del parque nacional, entrar desde el sur. Cruzar el espacio más grande del mapa sin carreteras ni pueblos. 

Campamento en el PN de Stabbursdalen. Foto JM
Quería remar el río Alta desde el pequeño pueblo sami de Maze hasta el parque nacional de Stabbursdalen y navegar su río homónimo hasta el mar. Un planazo de 150 km por llanuras y ríos donde las posibilidades de encontrarme con alguien eran más bien remotas.
El rio Alta se navega normalmente en 2/3 días desde la presa, pero no desde Maze. Yo lo he remado varias veces y hasta lo he esquiado en invierno, pero siempre desde la presa. Del rio Stabburselva no sabía gran cosa y ese era el plato principal del menú.

De Maze a la presa el rio es ancho y manso y enseguida se aleja lo suficiente de la carretera como para no ver ni encontrar a nadie. Por momentos uno se siente en lo más perdido de Laponia

Autofoto en PN de Stabbursdalen. Foto JM
Comenzamos el viaje la primera semana de septiembre pocos días antes de arrancar la temporada de caza, a salvo de escopeteros por unos días. Partimos rumbo a Maze y nos alojamos en el único lugar del pueblo; unas cabañas bastante cutres con un cartel bien grande “se vende”. No parece un buen reclamo... pero tampoco hay más en Maze. Eso, o la furgoneta.
Al dueño de la cabaña le conté muy por encima nuestro plan, escuchaba mi relato con el mismo interés que tiene un reo en cumplir su condena. A estas alturas del verano estaría tan harto de aguantar turistas, como yo. 

Le pregunte si podía dejar el coche hasta la vuelta y me dijo que si, aunque olvide decirle que tardaría casi dos semanas en volver a recogerlo. El tipo debío asustarse y al cabo de una semana llamo a la policía de Kirkenes para reportar mi “desaparición”. Menudo pollo se montó. La policía contactó con mi mujer y ésta tuvo que explicar que estaba bien, pero que iba con calma viajando por el wilderness con mi perro. Mi mujer tranquilizando al policía, surrealista. Me partía de la risa cuando Gloria me contaba la conversación.


Maze a Stabbursnes 150 km
De Maze salimos temprano y con un viento de cola que nos subía rio arriba a buena velocidad. El paisaje como ya he dicho era espectacular: sol, cielo azul y otoñazo. Felicidad al cuadrado. Llegamos a la presa del rio Alta en día y medio desde Maze.

Durante décadas la construcción de esa presa fue motivo de disputas entre la comunidad sami y el estado Noruego. Manifestaciones en Oslo frente al parlamento, samis acampados junto al palacio real, portadas de periódicos y televisión. Años de litigio. Ganaron los de siempre y la presa se construyó en 1987. 

Yo todavía no la conocía y la verdad es que tenía curiosidad, es impresionante. Aunque he bajado el rio desde la presa varias veces, ni la había visto de lo escondida que está.


Por el embalsado río Alta antes de la presa. Foto JM


Único lugar que porteamos en vez de navegar, durante el descenso del rio, de Maze a la presa. Foto JM


La presa del rio alta viniendo desde Maze. Foto JM


La presa del Alta vista desde el norte, nosotros hemos venido navegando por esas aguas embalsadas desde Maze. Foto JM

El rio Alta es uno de los mejores ríos salmoneros del mundo, un capricho para pescadores con dinero. Un lugar único que alberga el cañón más profundo del norte de Europa, una joyita donde solo se puede llegar remando
A los pescadores los suben en barcas y dejan en los campamentos de las orillas. En plena temporada hay que respetar su horario de pesca, solo está permitido remar en las horas centrales del día que es cuando ellos aprovechan para dormir. 

En otoño es un lugar muy solitario y sin restricciones horarias. Casi sin pescadores. Tan concentrados están en lo suyo que algunos ni te ven aunque pases a un palmo y otros se sobresaltan de tal manera que parece que acabaras de despertarlos de un sueño.
Desde la presa solo tuve que deshinchar el packraft y buscar un paso a través del bosque hasta dar con la pequeña carretera privada de la estación hidroeléctrica. Camine unos pocos kilómetros hasta un lago y volví a hinchar el bote.

Era una de esas tardes sin viento con un sol propio del otoño que incendiaba la tarde y el bosque. Una de esas tardes con las que sueña un pintor.
Estaba embobado con el paisaje: el agua como un plato, cero viento, lucecitas brillando en el agua, calor… remar era lo más parecido a la felicidad que había sentido en meses, me sentía melancólico. Como si hubiera olvidado que soy mortal y frágil, que la vida no es más que una broma de mal gusto. “Pena de ser en esta orilla tronco sin rama”.
Ese lago tan bello está cerca de la granja de montaña de Joktajavre. Un lugar que visito siempre que puedo. Pero esa tarde no tenía ganas de correr, llegar de noche y dar explicaciones a la luz de un candil. Así que acampamos un par de km antes y disfrutamos del atardecer sin prisa y de una luna llena que salía por encima de la granja.
Ese momento ya es mío para siempre pensé, pase lo que pase no me lo pueden quitar. La noche se llenó de auroras y tarde mucho en dormir. 
Una canción más, una más y apago el ipod me engañaba. Entonces llegaba por azar esa canción que te eriza la piel y muerde el corazón. Empiezas a recordar con calma todas las cosas que no has tenido tiempo de pensar, las sabes de memoria pero has estado tan ocupado en el trabajo, tan lejos de ti mismo que casi las olvidas. Ese silencio con voz propia, que es siempre prologo de algo extraordinario.


Últimas aguas antes de llegar a la cabaña de Joktajavre. Foto JM

Lonchas dormita a mi lado y se deja acariciar mimoso, vuelve la cabeza y me regala una mirada larga. Esos ojos de lonchas son el pozo más profundo al que me asomo. 

Asi son los animales, por eso los queremos, porque en el fondo envidiamos como son. Tarde en dormirme y cuando amaneció empecé a sentir todo el cansancio acumulado de meses.

En estos viajes de otoño siempre arrastro sueno, el verano con tanto trabajo no da para descansar mucho, por eso en estas travesías me gusta acampar temprano y dormir mucho. Por lo menos 10 horas. 
También madrugo y camino o remo 8 horas, ni una más. Donde llego he llegado y allí acampo. Si hay una cabaña cerca no siempre me obligo a llegar, en otoño puedes darte ese lujo, otra cosa es el invierno a muchos grados bajo cero, pero ahora prefiero acampar y dormir sobre la hierba, ni siquiera uso una tienda con suelo, me gusta tener cerca las flores. Aunque teníamos una cabaña cerca, esa noche preferí quedarme en el bosque.

Llegamos a Jotka al día siguiente y decidimos quedarnos un dia allí tocándonos la barriga. Me apetecía gastar ese dia en un lugar que me gusta tanto. Leer, dar una vuelta por los alrededores, pensar, no hacer nada. 
Ahora todo el mundo va con prisa, no es que yo vaya pisando huevos, pero si tengo 10 días para hacer mi ruta los uso todos, no tengo ninguna intención de salir del cine antes que acabe la película.

En este caso la travesía era de unos 150 km. 120 de rio con packraft y 30 más a pie, tenía dudas con el rio que me esperaba, pero más o menos tenia calculado lo que podía tardar. Diez días para completar la ruta, uno extra por si acaso y dos más para recoger el coche y regresar a casa. Tengo mucha experiencia en esta clase de viajes así que me basta con ver el mapa para saber cuánto me va a llevar.

Empezamos la ruta poco antes de la temporada de caza para pillar las cabañas vacías y evitar el encuentro con escopetas y perros en la llanura. 
En la cabaña de Jokta coincidí con tres viajeros noruegos que andaban de paseo por la zona, cenamos todos juntos y tuvimos una charla muy interesante. De esas que hermanan caminantes, lo mismo da que sea en Laponia, el vagón comedor del transiberiano o la vieja cocina de un albergue del camino de Santiago. Ese hechizo se sujeta a base de velas, chimenea y buena conversación. 
Nadie quiere romper la magia, por eso somos todos más encantadores, más atentos, mejores personas. Es por eso que recordamos tanto esas veladas. No por ellos, si no por nosotros.
De la cabaña de Joktajavre a la cabaña de Bobohytta la llanura del finnmark en todo su esplendor. Foto JM
Dormí de maravilla, madrugué, desayuné huevos y bacon y de los viajeros de la noche anterior no encontré ni rastro. Mejor así. Hoy teníamos lonchas y yo que caminar hasta la cabaña de Bojoboeshytta, atravesar una zona muy abierta de tundra expuesta al viento. Unas pampas desnudas que en invierno parecen el corazón de la Antártida.
Quería llegar temprano, dejar las mochilas en la cabaña y explorar el camino hasta los lagos que íbamos a remar de camino al rio Stabburselva.

No fue fácil encontrar la cabaña escondida en el bosque, ni tampoco la entrada al lago. 
A lo lejos unos samis habían puesto una de sus típicas tiendas y llegaban hasta nosotros los ladridos de sus perros. Los samis tienen que aprovechar el otoño para pastorear sus renos hasta los cuarteles de invierno; moverlos desde los pastos de verano en la llanura del Finnmark hasta los bosques de Karasjok y Kautokeino y darse prisa para que no les cace el invierno.
Cabaña de Bobohytta, solo para socios y que se abre con una llave. yo soy socio y tengo la llave. Foto JM
Interior de la cabaña de Bobohytta. Foto JM
Amaneció medio feo y con mucho viento. Tenía que remar dos grandes y alargados lagos, en total unos 14 km. Lo que veía delante era precioso, pero el día no. El lago tenia olas y remar me costó un buen trabajo con el viento en contra, sobre todo con lonchas y su comida a bordo que de momento no han aprendido a remar.



Desde la cabaña de Bobohytta caminamos unos pocos km y llegamos hasta el inicio del lago, que era éste. Foto JM

Venimos desde el fondo de la foto a través de este lago azotado por el viento, viento a nuestro favor por suerte. Foto JM
El parque nacional de Stabbursdalen lo he visitado varias veces, pero siempre de manera rápida. Como mucho una noche y vuelta a casa, al tenerlo cerca de casa suele ser mi válvula de escape. Lo malo es que en pleno verano está lleno de mosquitos y no siempre es el paraíso. 
Esta vez tenía tiempo y muchas ganas de recorrerlo con calma y sin mosquitos, además un parque nacional siempre es un plus. Del rio no sabía mucho, me refiero a rápidos y esas cosas. Cuanto podría navegar, darían las orillas para caminar? Era todo una incógnita pero también un aliciente.
Rio staburselva. Foto JM
Poca agua en el rio staburselva. Toca tirar del barco unos metros. Foto JM
El bonito rio Staburselva. Foto JM
En resumen; navegué dos tercios del río que tiene 60 km de longitud y tuve que caminar el resto. Encontré sitios preciosos, saltos de agua de postal y animales por todas partes. Y paz, mucha paz y soledad.

La sorpresa no llego hasta el final y me la dio un simpático grupo de escolares casi al final del rio donde se forma un lago, mi lugar de escape como ya he comentado.
Vi al grupo de escolares mucho antes de que ellos me vieran a mí. Estaban remando de a dos en canoas rígidas sin alejarse mucho de la orilla. Yo tenía por fuerza que pasar a su lado para salir del lago. Cuando me vieron no daban crédito a lo que veían, seguramente era la primera vez que veían un packraft, pero eso no era lo más importante. Era Lonchas, que erguido parece un mascaron de proa de una película de corsarios.
Se fueron acercando descaradamente con aviesas intenciones. En un instante quedamos rodeados de canoas y niños: Como se llama, cuánto pesa, cuanto come, cuántos años tiene. Aquello era un tercer grado en condiciones. 
Lonchas! Lonchas! le llamaban de todas direcciones. Los profesores hacía rato que se habían percatado de la escena y reían sin disimulo desde la orilla donde estaban asando salchichas. Serían unos 30 en total entre niños y profesores. 
Después de un rato de “show” puse proa al desagüe del lago y empezamos a dejar niños y profesores a nuestra espalda, o debería decir popa.
Estaríamos a 200 metros cuando lonchas dio un largo aullido; sonó como un trueno en la noche, uno de esos lamentos de lobo solitario que suenan a verdadera pena. Uno de los niños tuvo la genial ocurrencia de contestar imitando su aullido y entonces lonchas volvió a aullar más largo, más quedo, más triste. Y claro! más niños respondieron a Lonchas dando a su vez un larguísimo aullido. 
Lonchas desconsolado volvió a aullar aún más largo y más triste y hasta los profesores aullaron a Lonchas, supongo que muertos de risa. Se lleno el aire de aullidos y lamentos que me pusieron la piel de gallina. Tuve que palmearle el lomo y consolarle como si fuera un niño.


En la zona acañonada del rio Staburselva. Foto JM
Cañon en el rio Satburselva. Foto JM
Salto de agua en el rio Staburselva. Foto JM
La parte final del rio era un tramo muy divertido, rápidos de clase II a lo largo de 10 o 15 km hasta el mar, el rio se vuelve rápido sin ser peligroso. No hay remolinos, ni trampas, ni árboles caídos, ni curvas ciegas. Nos acercábamos al mar dando saltos y avanzando a buena velocidad.

Pocos metros antes de llegar al fiordo vimos un camping con cabañas y más niños saludando como locos desde la orilla, parte del mismo colegio imaginaba. Estaban allí pasando una semana de vida en la naturaleza como parte de su curso escolar, muy típico del cole noruego.
Practicaban tiro con arco y puntería con carabinas cuando los vimos desde el rio. Como se llama tu perro? Donde vais? Preguntaban a grito pelado desde la orilla. Quedaron encantados cuando les dije que nosotros también íbamos a las cabañas.
Llegamos al mar, deshinchamos el packraft, organizamos mochilas y fuimos a buscar una de esas cabañas tan chulas junto al rio. En ese momento llegaba también el bus con los aprendices de lobo que habíamos visto y escuchado en el lago. 
En lo que tarda en peinarse un calvo ya estábamos rodeados de niños reclamando su trofeo. Una foto con lonchas. 

Viajar con Lonchas es un atracón de humildad. No te hace nadie ni puto caso.

Dejamos el rio Satuburselva y caminamos por la orilla. Foto JM




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2 comentarios:

  1. Saludos y felicitaciones, desde el lejano sur Chileno ...desde el volcan Calbuco. Como se puede contactar con Jose ? Nicolas

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  2. Gracias!, Hola, la mejor forma es por Facebook.

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