Cristo Gil es una de esas personas que no suele contar lo que ha hecho. Saben lo que hizo en el pasado o lo que está haciendo en el presente, su familia y algún amigo. Y lo que hará en un futuro, probablemente no lo sepa ni él mismo. Por que es impredecible.
Hace poco tiempo que adquirió un packraft y ya le ha sacado brillo. Sus viajes son de los que nos nutrimos los que tenemos la suerte de conocerlo.
Como algunos amigos, conocidos y colaboradores de PlanetaPackraft ha tenido la amabilidad de acceder a contarnos algo de lo que vive cuando viaja y de esas experiencias mostraremos las primeras con su packraft.
Esperamos que les guste.
Iniciándome en el increíble mundo de los ríos…Hace poco tiempo que adquirió un packraft y ya le ha sacado brillo. Sus viajes son de los que nos nutrimos los que tenemos la suerte de conocerlo.
Como algunos amigos, conocidos y colaboradores de PlanetaPackraft ha tenido la amabilidad de acceder a contarnos algo de lo que vive cuando viaja y de esas experiencias mostraremos las primeras con su packraft.
Esperamos que les guste.
Sin extenderme demasiado, les resumiré en pocas palabras como llegué hasta aquí:
Desde hace ya unos veinte años me inicié en el adictivo mundo de los viajes, pero hasta ahora solo había contado con mi bicicleta o mis dos piernas para caminar.
Desde los primeros viajes continentales ya empecé a sentir especial atracción por esas líneas de agua que se observan desde los caminos por donde yo pasaba y no encontraba la manera de poder avanzar por ellas con mi inseparable bicicleta.
Queriendo por fin aventurarme a conocer el misterioso mundo que se esconde a través de los ríos, hace algo más de dos años adquirí mi primera embarcación portátil e hinchable. Dejándome llevar por mis propias indagaciones, conseguí una embarcación que apuntaba a ser una gran compañera de aventura en mis primeros viajes por ríos, y con ella emprendí un increíble viaje de dos meses por el sudeste asiático. Recorriendo tramos de cinco diferentes ríos, y alguna travesía de mar, todo ello en tres países diferentes: Tailandia, Laos y Vietnam.
Este increíble viaje fue una gran prueba de convencimiento para saber que, sin mi kayak, mis viajes ya no volverían a ser lo mismo, y con ánimo de continuar las aventuras, tuve una serie de recapacitaciones acerca de éste.
Durante el viaje con mi antiguo kayak, la complicada logística de movilidad, debido al elevado peso de la embarcación (25 kg), fue una de las causas que me hizo plantearme alguna mejora en cuanto a ésto, y por otro lado, de mi inseparable bicicleta no puedo dejar de pensar, pues las aproximaciones a los ríos y la autonomía de poder hacerlo yo por mis propios medios, era un sueño no muy lejano.
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Mi antiguo kayak de 25 kg. |
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Mochila y kayak: dos grandes compañeros |
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..."mi primera embarcación hinchable...y con ella emprendí un increíble viaje de dos meses por el sudeste asiático". |
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Mi antigua embarcación en un campamento improvisado. |
Después de pedir consejo a un buen amigo, concluí en que mi solución se hallaba en los modelos de
embarcación de packraft, una embarcación hecha a mi medida. Pensar que iba a poder combinar mis viajes en bicicleta con mi kayak, me abría un mundo inmenso de posibilidades que en un inicio no le daba crédito. Había navegado muy bien con mi primer kayak, una velocidad increíble y un control en los rápidos que a día de hoy no he conseguido con mi packraft, pero valoré la posibilidad de avanzar con más calma, de ir más ligero en la portabilidad, de llegar con mi propio pie e incluso escapar de un río cuando la cosa se complicara. Todo eso inclinó la balanza considerablemente e hizo que mi packraft fuera el nuevo compañero de viaje.
Packraft por Filipinas
Recién llegada mi nueva adquisición no dude lo más mínimo en ponerla a prueba, y con gran ansia por navegar por terreno desconocido, marqué un territorio con mucha agua y lleno de curiosidades como son las islas de Filipinas.
Tenía casi dos meses de tiempo libre, y sin mucho preparativo, como me caracterizo, me informé levemente sobre algunos detalles y dejé que la aventura se fuera cociendo sin muchos planes de antemano. Sin ningún objetivo me dejé llevar por una nueva cultura, sus paisajes y aquellos lugares
que me fueran sorprendiendo día a día.
Siempre es para mí de gran satisfacción cuando nada más llegar a un país desconocido de una cultura bien diferente a la mía salgo de un aeropuerto en el que aún no reconozco en qué país estoy, y ahí sin más, puedo montar mi bicicleta y empezar desde cero, sin líos de transporte, con independencia total!!
Un primer día de caos no me lo quitó nadie para conseguir alejarme de una ciudad como Manila, con una densidad de población de las más brutales de planeta. A unos 100 km. del centro de la ciudad, desesperado por probar mi packraft, alcancé, en mi segundo día de viaje, un lago con una isla en su centro que me dio la posibilidad de disfrutar unos días recorriendo comunidades de simpatiquísimos pescadores combinado con un precioso espacio natural, el Lago Taal.
Procurando hacer útil mi embarcación, busque litorales por los que no pudiera recorrer en mi bicicleta, zonas por las únicamente podría atravesar por mar. Abandone el lago después de tres días de navegación y volví a andar con mi bici rumbo a otra isla cercana.
Después de estudiar las fuertes corrientes y las grandes distancias que separan las islas, no tuve más remedio que subir en un barco para atravesar los 20 km que me separaban de una nueva isla más salvaje, Mindoro Island.
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"Bikerafting". (Packrafting en Filipinas) |
De lo poco que he podido apreciar en mi viaje a Filipinas, podría opinar sobre dos cosas muy valiosas para animarse a realizar un viaje por allá, una es la cantidad de naturaleza, selva, manglares, etc. que rodea cada lugar por donde pasas, y la otra más importante es la amabilidad y simpatía de su gente.
No dejaba de sorprenderme como todo el mundo me ofrecía su casa y su comida a cada paso, sin
sensación de sentirme extraño, cada día ganaba más y más confianza.
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..."No dejaba de sorprenderme como todo el mundo te ofrecía su casa y su comida a cada paso." |
Circunvalé esta segunda isla, uniendo con mi packraft los lugares por los que no había caminos y ahí fue donde descubrí las mejores y más bonitas playas solitarias. Varios días de travesía, combinados con las rutas en bicicleta, hicieron que después de una semana, terminara de recorrer esta nueva isla.
El mar siempre fue un misterio para mí, nunca obtuve una buena información de los destinos donde pretendía dirigirme, pues para toda aquella gente, cambiar de vertiente en una misma isla, era como ir a un mundo desconocido y lleno de peligros. Así que con temor ajeno, no tuve más remedio que emprender cada día un viaje a lo desconocido y poco recomendado. Fue de gran valor tener siempre muy en cuenta la dirección de las corrientes dominadas básicamente por lo vientos, pues con mi embarcación era prácticamente imposible hacer la mínima distancia con aquellos vientos en contra. Todo funcionó perfectamente para mi inconformista personalidad, y las navegaciones, nunca mejor dicho, fueron de "viento en popa".
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Navegación por Mindoro Island. (Packrafting en Filipinas) |
De ahí marque mi tercer destino a otra isla que invitaba a adentrarme aún más en las poco frecuentadas y más salvajes islas Filipinas. La isla de Tablas, se convirtió inesperadamente en mi tercer y último destino en Filipinas. Nuevamente atravesé con ayuda de un barco la distancia de 90 km que separaba una isla con la otra, y una vez allí me dispuse a recorrerla de igual manera que la anterior, circunvalarla y dirigirme a una gran bahía de coral que prometía ser el lugar ideal para la navegación.
Siempre agradecí que mi packraft dispusiera del sistema “cargo fly”. No más complicado que aprovechar el espacio de los balones hinchados, para, mediante una cremallera hermética y dos compartimentos estancos, conseguir que mi embarcación no tuviera una limitación de espacio para transportar mercancías varias. Más importante aún, con el "cargo fly" sabes que dispones de dos cámaras adicionales de aire para que en travesías alejadas de tierra evitar la paranoia de perder todo tu material hundido, tras una posible pérdida de aire y así navegar con tranquilidad.
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Diversidad... . (Packrafting en Filipinas) |
Todo marchó estupendamente durante dos días de ruta en bici, nuevamente sorprendido de la amabilidad de su gente. Nunca daría crédito a todas las advertencias de seguridad para el viajero según las recomendaciones de las guías de viaje, donde ponía especial atención al cuidado de comportamientos agresivos u otro tipo de ataque principalmente en las islas más alejadas. Nunca percibí un rechazo de nadie y eso me hizo valerme cada vez de más confianza.
Alcancé al segundo día la bahía de coral que me disponía navegar y pasé la noche con intenciones de salir a navegar por la mañana, una simpática familia me acogió muy amablemente para dejarme
plantar mi campamento a los pies de su casa.
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La ambilidad de la gente... Filipinas. (Packrafting en Filipinas) |
Como bien había planeado, por la mañana emprendí navegación por la bahía, realmente fue hermoso como había imaginado días antes mientras investigaba mi ruta en el mapa. Una navegación por fondos transparentes y poco profundos, llenos de flora y fauna marina. De todo el viaje fue la navegación más larga que pude hacer en un día, roce los 14 km. una distancia importante, teniendo en cuenta los ligeros vientos en contra que pocas veces podía evitar y las numerosas paradas que no puedo evitar de hacer.
Fue siempre difícil encontrar un lugar donde no hubiera rastro humano, agotado del duro día, dirigí mi embarcación a la playa más solitaria que podía ver desde la distancia, allí pasaría la noche, cerquita de una cabaña de una familia a la cual pedí su consentimiento para dormir en aquella playa. Desde ligeramente entrada la noche ya pude quedarme sumergido en un sueño profundo.
Unas tres horas después fui despertado por un ruido entre la maleza de la selva y la playa, sin poder ver nada me quede observando que clase de animal ocasionaba tal ruido, seguido note como algo golpeaba mi packraft e inmediatamente después sentí un enorme estruendo en mi cabeza, desorientado y sin saber la magnitud del golpe ni las intenciones del posible ataque, salí de un salto de la mosquitera gritando con todas mis fuerzas y en dirección a la casa donde vivía la familia, fueron tan fuertes los gritos que hubieran espantado hasta un cocodrilo.
Continuará...
Cristo Gil
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(h) Muchas gracias Cristo por compartir tu experiencia con nosotros, me ha encantado leer sobre tu viaje, con un final de la primera parte de lo mejor del cine de Hollywood.
ResponderEliminarEsperamos con impaciencia la segunda parte