"Ya en el avion de vuelta, sin haber tenido un momento en el transcurso de la travesía, que si rema, que si camina, que si cocina, que si leña, que ahora lavo, que luego ordeno, que me paro a escuchar, que me paro a mirar...
Ni un minuto de tiempo para coger el libro de bitácora y escribir. Algún minuto robado al placer de mirar se lo dediqué a pensar en el aquí. El resto, contemplé el bosque de la tundra lapona, sin nada más a mi alrededor que vegetación cerrada de musgos, líquenes, abedules y otras plantas rellenando cada pequeño rincón o perdí la mirada entre el humo de la hoguera y las ondas que hacía el río tras él.
He paseado por las mañanas por los bosques con serenidad y con respeto, disfrutando de cada luz, de cada paso, de cada ruido y de cada bocanada de vida. Las gotas de lluvia resbalando por las hojas o por el sombrero de las setas que encuentras cada pocos centímetros. Recordaba que, posiblemente haya muchas personas que no hayan pisado nunca algo así de... "vivo". El planeta y sus caprichos.
La tundra de Laponia sorprende desde dentro y también desde fuera.
Hemos contemplado el principio del otoño y los colores ocres de millones de abedules. Y por encima de sus copas tan sólo las nubes bajas del cielo lapón en esta época del año. Gris, como el lomo de un husky, plomizo y opaco aunque con una luz clara que aún no acaba de desaparecer por las noches, del todo. No ha habido ocasión de observar auroras, en esta época lluviosa e impredecible, cada día es diferente. Tan sólo la lluvia era común casi todos los primeros días con varias versiones, racheada, fuerte y ruidosa, o débil y lánguida como las hojas de sauces que vimos más al norte, cerca del lago Inari.
Tan sólo una noche (pensamos) bajó la temperatura por debajo de 0 grados. Y días soleados y algo más cálidos nos sorprendieron. Sólo una noche despejada para esperar a las luces boreales. No vinieron. Parece que vienen con más frío y oscuridad. Así que habrá que volver".
Pero vamos al principio, al origen.
CAMINOS DEL AGUA:
1ª Parte. En busca del nacimiento del Repojoki.
2ª Parte. Río Repojoki
3ª Parte. Río Ivalo.
4ª Parte. Revisión de Material
5ª Parte. Vídeo
El "Camino del agua", título que, con permiso de los demás, pongo a nuestro caminar, surge de la necesidad de vivir unos días "naturalizando" nuestras mentes y cuerpos, poniéndonos a merced del clima, de los vientos y de la corriente.
Obedece a recordar una forma de vivir que hemos olvidado casi por completo, a "conectar" más que "desconectar". A pasar la "línea de comfort" hacia el lado olvidado, y sentir el tacto del musgo en los pies, la arena de la playa ribereña bajo nuestro asiento, el viento en la cara o las gotas de lluvia rebotando en el agua quieta del río.
Puede que la gran mayoría de los que nos rodean no comprendan "la necesidad" de filtrar ese tipo de sensaciones para hacernos sentir un poco más vivos, pero si has leído hasta aquí, tú si lo entiendes. Me alegro, pasa y disfruta...
Salimos de las islas con una ruta llena de incógnitas que sabíamos difíciles de resolver si no estás en el lugar. Con ganas de vivir lo que fuese, cualquier dificultad, con el equipo preparado con mimo meses atrás, compras de última hora y "olvidos" pasajeros nos embarcamos a la Laponia Finlandesa, este agosto de 2014, con la promesa de marcarlo en nuestras memorias y vivirlo en nuestras carnes.
Con un SPOT, un par de GPS, dos mapas y un montón de brújulas electrónicas que "nunca" fallan, nos dirijimos a seguir una idea nacida de la cabeza de un nórdico de adopción, Jose Mijares, que ahora está en la península de Kola, embarcado en una de sus fantásticas formas de entender la vida: sólo, sin apoyo, tres semanas, una fatbike y un packraft.
Coincidíamos en varios puntos y con sus indicaciones nos convencimos de una buena idea: buscaríamos caminando con todo a cuestas, las fuentes de un río lapón finlandés de nombre Repo (Repojoki) y seguiríamos sus gotas de agua hasta su final en otro río, éste más grande y famoso, el río Ivalo (Ivalojoki) que desembocará en una mancha azul enorme del mapa de Finlandia al norte: el lago Inari.
Así pues, seguiríamos el curso de cualesquiera gotas de agua que caen durante los meses estivales en lo alto de las colinas cercanas a Kalmakaltio y viajaríamos con ellas hasta su final en el lago Inari.
200 km de tundra, ríos y lagos.
Teníamos por delante camino con mochila, humedales y la tundra ("tierra sin árboles" para los rusos, "tierra infértil" para los lapones). También dos ríos, uno que buscar y otro que seguir. Muchos días por delante.
El clima sería una incógnita que no molestaba mucho pero que siempre te tiene pensando. Lluvias torrenciales o tormentas de viento pueden desviar mucho las expectativas, sin embargo, aunque no hizo ningún día igual, no fueron malos y nubes, lluvia y algún claro se alternaron sin prisa.
A 300 km del círculo polar ártico sorprende que la temparatura sea de 12 grados y que voltearte en el agua no sea gélido. Pero es agosto y aunque el verano se acaba y la noche va ganando camino rápido, no tuvimos que llevar la ropa de invierno total. Un alivio. Aunque no me importaría...
Este año formábamos equipo los habituales Ivan, Carmelo y yo y se nos unió Isidro. Los transportes fueron avión, autobús y coche con remolque, al menos este año nos libramos de helicóptero. Tal vez sea la última.
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Río Repo. Laponia |
CAMINOS DEL AGUA:
1ª Parte. En busca del nacimiento del Repojoki.
2ª Parte. Río Repojoki
3ª Parte. Río Ivalo.
4ª Parte. Revisión de Material
5ª Parte. Vídeo
El "Camino del agua", título que, con permiso de los demás, pongo a nuestro caminar, surge de la necesidad de vivir unos días "naturalizando" nuestras mentes y cuerpos, poniéndonos a merced del clima, de los vientos y de la corriente.
Obedece a recordar una forma de vivir que hemos olvidado casi por completo, a "conectar" más que "desconectar". A pasar la "línea de comfort" hacia el lado olvidado, y sentir el tacto del musgo en los pies, la arena de la playa ribereña bajo nuestro asiento, el viento en la cara o las gotas de lluvia rebotando en el agua quieta del río.
Puede que la gran mayoría de los que nos rodean no comprendan "la necesidad" de filtrar ese tipo de sensaciones para hacernos sentir un poco más vivos, pero si has leído hasta aquí, tú si lo entiendes. Me alegro, pasa y disfruta...
Salimos de las islas con una ruta llena de incógnitas que sabíamos difíciles de resolver si no estás en el lugar. Con ganas de vivir lo que fuese, cualquier dificultad, con el equipo preparado con mimo meses atrás, compras de última hora y "olvidos" pasajeros nos embarcamos a la Laponia Finlandesa, este agosto de 2014, con la promesa de marcarlo en nuestras memorias y vivirlo en nuestras carnes.
Con un SPOT, un par de GPS, dos mapas y un montón de brújulas electrónicas que "nunca" fallan, nos dirijimos a seguir una idea nacida de la cabeza de un nórdico de adopción, Jose Mijares, que ahora está en la península de Kola, embarcado en una de sus fantásticas formas de entender la vida: sólo, sin apoyo, tres semanas, una fatbike y un packraft.
Coincidíamos en varios puntos y con sus indicaciones nos convencimos de una buena idea: buscaríamos caminando con todo a cuestas, las fuentes de un río lapón finlandés de nombre Repo (Repojoki) y seguiríamos sus gotas de agua hasta su final en otro río, éste más grande y famoso, el río Ivalo (Ivalojoki) que desembocará en una mancha azul enorme del mapa de Finlandia al norte: el lago Inari.
Así pues, seguiríamos el curso de cualesquiera gotas de agua que caen durante los meses estivales en lo alto de las colinas cercanas a Kalmakaltio y viajaríamos con ellas hasta su final en el lago Inari.
200 km de tundra, ríos y lagos.
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Helsinki airport |
El clima sería una incógnita que no molestaba mucho pero que siempre te tiene pensando. Lluvias torrenciales o tormentas de viento pueden desviar mucho las expectativas, sin embargo, aunque no hizo ningún día igual, no fueron malos y nubes, lluvia y algún claro se alternaron sin prisa.
A 300 km del círculo polar ártico sorprende que la temparatura sea de 12 grados y que voltearte en el agua no sea gélido. Pero es agosto y aunque el verano se acaba y la noche va ganando camino rápido, no tuvimos que llevar la ropa de invierno total. Un alivio. Aunque no me importaría...
Este año formábamos equipo los habituales Ivan, Carmelo y yo y se nos unió Isidro. Los transportes fueron avión, autobús y coche con remolque, al menos este año nos libramos de helicóptero. Tal vez sea la última.
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Ivan, Edu, Isidro y Carmelo. Con Taina |
Cada día que el sol salía, un poco más tarde obedeciendo al eje del planeta, la rutina nos llevaba a realizar las mismas tareas que ya tenemos aprendidas de otras tantas mañanas y aunque nunca sea igual, la cadencia es parecida, dando vida a cada músculo dormido y preparándonos para el momento de la salida al río.
En Laponia el suelo no existe. Sólo pisas plantas y vida y sobre ese colchón dormíamos. Unos metros por debajo el terreno está congelado, el llamado permafrost, y se mantiene así porque el sol del estío no logra descongelarlo. Más arriba, el calor da paso al ciclo vital y un sin fín de habitantes de los diferentes nichos ecológicos pueblan cada milímetro cuadrado, dando lugar a un jergón multicolor que tapábamos temporalmente con la tienda Ultamid 4 de HMG de 600 g que llevábamos para los cuatro.
Aún así, hay que salir del saco (el "quilt" Nunatak o Z-Pack según el "cliente") y enfundarse la ropa mojada de ayer y el traje seco (Alpacka o PackraftingStore). Y eso... no es plato de buen gusto.
Hay quien lleva mejor ese momento y quien lo lleva un poco menos "mejor". Y aunque intentamos secar la ropa húmeda del día anterior durmiendo sobre ella o puesta encima de algo seco -para que se seque con nuestro calor corporal- es cierto que nunca se llega al seco total.
Y si fuera llueve y hace 4 grados, ponerse algo mojado, es, cuando menos, divertido.
Nuestro colchón
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No hemos tenido prisa de madrugar.
Llegamos caminando muy tarde el primer día, de noche cerrada, a eso de las 00:00. Aunque no es oscuro cerrado, cuando pones la tienda y te preparas para la primera pernocta siempre uno es más lento y cenar y dormir no es antes de las 2:00 am. Muuuuy tarde.
Así que el día siguiente no es como un día cualquiera y se nos pegan las costuras del saco a los pliegues calentitos del cuerpo. El primero que despierta mira alrededor, y si nadie abre el ojo, éste lo vuelve a cerrar. Y así hasta el infinito. Se sale tarde y ese primer día no es uno normal. Es el primero.
La luz nos llama la atención, el verdor nos deslumbra, las nubes parecen bajas, muy bajas y el relieve, en Finlandia, no es relieve. Finlandia, Laponia, es llana. Y llueve. -" Iba a llover?; -" No, noo. Daban buen tiempo (para los peces)".
Los mapas de Laponia tienen curvas de nivel pero no son iguales que las del Pirineo, el Teide o Cuenca. Se separan mucho y entre ellas hay muy poca diferencia de metros.
Al principio nos costó adaptarnos a la lectura de las mismas, sobre todo por que, lo que allí estaba escrito no parecía corresponder con las suaves llanuras y anchos valles que veíamos al levantar la vista.
Donde parecía haber una suave montaña sólo veíamos una colina imperceptible y cuando queríamos ver un cañon con acantilados entre dos elevaciones, podíamos comprobar que las paredes entre las que se encajaba el río tenían 5 metros.
Nos llevó un rato acostumbrarnos a las nuevas dimensiones de nuestras notas. Pero paciencia. Había mucho que recorrer y estábamos comenzando. Todo el tiempo era nuestro. Todo el terreno era nuestro.
Y la paciencia y el sentido nos guiaron de maravilla.
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Tundra lapona. "tierra sin árboles" |
Las fuentes del río Repo se encuentran entre varios sistemas de esas suaves colinas que comentábamos y aunque puede que hubiera regatos y arroyos más lejanos de los que pudiera alimentarse, parecía claro que las dos pequeñas manchas azules que habíamos determinado como inicio del pequeño río, serían para nosotros las fuentes de las que fluye el mismo.
Así que nos dirigimos con todo a cuestas en dirección norte desde el pequeño núcleo de pescadores de Kalmakaltio, al que previo "ajuste" económico, Taina nos llevó de maravilla desde la pequeña población de Hetta, en la provincia de Enontekiö.
Unos cuantos kilómetros por la llanura previa a la tundra ribereña de los ríos a los que nos dirigíamos, dan muestra de lo que tenemos bajo nuestros pies. Un suelo incapaz de hacer crecer árboles y que permanece helado unos metros más abajo. Tan sólo plantas rastreras dan color a nuestra vista que llega muy lejos, al horizonte de los horizontes, ninguna elevación nos corta la mirada.
Varios renos se nos cruzan por los caminos y campos. Manadas pequeñas que nos huelen y ven desde muy lejos y que no nos dan oportunidad de acercarnos. Existen miles de ellos por estas tierras pero son cérvidos, herbívoros y semisalvajes, es decir, rápidos, de olfato infalible, oído mejor que el nuestro y vista que nota mejor que nosotros los cambios de movimiento y de noche no digamos; no obtienen comida de nosotros y no se rigen por nuestras normas. Total, 0 fotos. Pero ahí nos saludaron.
Encontramos evidencias de su cría por los "samis" muy a menudo (pueblo lapón habitante de estos lugares desde hace 6.000 a 11.000 años según autores). Quizá, las dos más notorias sean las "vallas" que separan los rebaños de grandes comarcas con sellos diferentes y que dividen Laponia en mil lugares y otro los campamentos semiabandonados fuera de temporada de marcaje de renos de los que encontramos uno caminando y otros a lo largo de los ríos.
Así que nos dirigimos con todo a cuestas en dirección norte desde el pequeño núcleo de pescadores de Kalmakaltio, al que previo "ajuste" económico, Taina nos llevó de maravilla desde la pequeña población de Hetta, en la provincia de Enontekiö.
Unos cuantos kilómetros por la llanura previa a la tundra ribereña de los ríos a los que nos dirigíamos, dan muestra de lo que tenemos bajo nuestros pies. Un suelo incapaz de hacer crecer árboles y que permanece helado unos metros más abajo. Tan sólo plantas rastreras dan color a nuestra vista que llega muy lejos, al horizonte de los horizontes, ninguna elevación nos corta la mirada.
Varios renos se nos cruzan por los caminos y campos. Manadas pequeñas que nos huelen y ven desde muy lejos y que no nos dan oportunidad de acercarnos. Existen miles de ellos por estas tierras pero son cérvidos, herbívoros y semisalvajes, es decir, rápidos, de olfato infalible, oído mejor que el nuestro y vista que nota mejor que nosotros los cambios de movimiento y de noche no digamos; no obtienen comida de nosotros y no se rigen por nuestras normas. Total, 0 fotos. Pero ahí nos saludaron.
Encontramos evidencias de su cría por los "samis" muy a menudo (pueblo lapón habitante de estos lugares desde hace 6.000 a 11.000 años según autores). Quizá, las dos más notorias sean las "vallas" que separan los rebaños de grandes comarcas con sellos diferentes y que dividen Laponia en mil lugares y otro los campamentos semiabandonados fuera de temporada de marcaje de renos de los que encontramos uno caminando y otros a lo largo de los ríos.
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Valla para separación para ganado |
El pueblo sami es conocido por el tipo de vida nómada que llevaban hace siglos y que hoy día tan sólo mantienen un 10% de la población. Se estima su población en finlandia en unos 9000. Llevan la cría del reno en toda su dimensión tradicional y sigue siendo de gran importancia en la cultura de este pueblo. Sin embargo hoy día, quien se dedica a la cría, no lleva los renos a sus lugares de marcaje de crías o de pastos con perros o a caballo, sino que montan motos de tierra o nieve y cercan a los animales en zonas valladas que mantienen junto a casas de madera con herramientas.
Los lapones han resistido durante más de un siglo a los intentos de asimilación por la sociedad no lapona y mantienen su bandera, cultura y formas tradicionales hasta que en 1997 incluso se constituyeron parlamentos lapones en Suecia, Finlandia, Noruega y en 1991 en la península de Kola a la caída de la URSS.
La vida del lapón hoy, es diferente a la de antaño. Tienen una casa cómoda al lado de otros, samis o no, con un todoterreno en el jardín y una zona de remolques, una moto de tierra, dos de nieve y un barco para el verano. Mantiene sus rebaños o ayudan a familiares con ellos mientras trabajan en la ciudad cercana y sus hijos apenas saben qué fue del trineo de renos como medio de transporte (Auroras de Medianoche, de Luis Pancorbo).
Cada día tras la travesía, ya fuese a pie como la primera de las jornadas o navegando como las posteriores buscábamos un buen lugar donde poder dormir. No tenía que ser aquí ni allí, sino donde nuestro cuerpo y ánimo nos enviara.
Los bosques apacibles y agradables nos brindaron siempre buena fonda, a veces bajo la lluvia y a veces bajo una tímida puesta de sol. Perchas para secar la ropa y madera para cocinar y hacer un fuego con que calentarnos.
Nos movimos bajo la forma del "No Trade Way" y los restos orgánicos de comida, el papel higiénico y cualquier envase va a la mochila de vuelta a la civilización. Mi bolsa de basura tras ocho días de ruta pesaría unos 100 gramos y no ocupaba mas que una bolsita zip pequeña. Y la traje de vuelta a casa, para tirarla en el contenedor de reciclaje correspondiente.
Son las cosas de la naturaleza, que te anima a que siga siendo naturaleza.
Los lapones han resistido durante más de un siglo a los intentos de asimilación por la sociedad no lapona y mantienen su bandera, cultura y formas tradicionales hasta que en 1997 incluso se constituyeron parlamentos lapones en Suecia, Finlandia, Noruega y en 1991 en la península de Kola a la caída de la URSS.
La vida del lapón hoy, es diferente a la de antaño. Tienen una casa cómoda al lado de otros, samis o no, con un todoterreno en el jardín y una zona de remolques, una moto de tierra, dos de nieve y un barco para el verano. Mantiene sus rebaños o ayudan a familiares con ellos mientras trabajan en la ciudad cercana y sus hijos apenas saben qué fue del trineo de renos como medio de transporte (Auroras de Medianoche, de Luis Pancorbo).
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Esqueletos de Kota, la tienda tradicional sami, en un lugar de gestión y marcaje de renos. |
Los bosques apacibles y agradables nos brindaron siempre buena fonda, a veces bajo la lluvia y a veces bajo una tímida puesta de sol. Perchas para secar la ropa y madera para cocinar y hacer un fuego con que calentarnos.
Nos movimos bajo la forma del "No Trade Way" y los restos orgánicos de comida, el papel higiénico y cualquier envase va a la mochila de vuelta a la civilización. Mi bolsa de basura tras ocho días de ruta pesaría unos 100 gramos y no ocupaba mas que una bolsita zip pequeña. Y la traje de vuelta a casa, para tirarla en el contenedor de reciclaje correspondiente.
Son las cosas de la naturaleza, que te anima a que siga siendo naturaleza.
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Detalle de un campamento en la ruta
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Tras un día de ruta con mochila, llegamos a las puertas de las fuentes del río Repo. Un lugar en el que comenzaríamos a usar nuestros packrafts.
Plegaríamos los palos de caminar y pasarían a otra función. Los míos para elevar la tienda por encima de nuestros sueños, de percha para la ropa o de palo trípode para grabar en el río. El resto de cosas sufriría una pequeña transformación de lugar, ya que a partir de ahora usaríamos el traje seco, el casco para los rápidos y la línea de vida alrededor del packraft.
El río Repo nos esperaba siendo un pequeño lago de montaña al principio. Qué nos depararía kilómetros río abajo?
Salud a todos.
Fotos: Ivan Dominguez, Carmelo Peñate e Isidro Falcón.
Publicadas con permiso
Imagen de Finlandia. Al norte, Kalmakaltio, lugar desde donde comenzamos la ruta y el lago Inari donde la terminamos. Laponia (Sapmi, para los lapones), comprende a grosso modo, la superficie de tierra que se encuentra por encima del círculo polar ártico.
Muy bueno Edu, que recuerdos, me ha encantado
ResponderEliminarGracias! Fue un buen sitio, eh?
EliminarQue pena no fue untos! Sigue sigue que me gusta mucho quando puede....esperando
ResponderEliminarMuy bonitooooo Eduardo. He soñado con tus palabras que estaba remando y caminando con ustedes en esos hermosos paisajes.Conseguiste emocionarme y todo. Gracias y un abrazo muy fuerte pa los tres.
ResponderEliminarPeñajoki,... hasta el fin. (h)
Eliminaroeoeee,
ResponderEliminarAl final habéis puesto el pie en Laponia, enhorabuena por el viaje
Muchas gracias Jorge. Y por tu ayuda también, no lo olvides. Abrazos
EliminarBuenísimo Edu!!.. disfruté leyéndolo. A seguir...
ResponderEliminarGracias. Así lo vivimos, así lo contamos.
EliminarInteresente de verdad !!! Casi me gustó y todo
ResponderEliminarVaya, gracias! :)
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