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lunes, 22 de diciembre de 2014

Descendiendo el tramo alto del río Sorbe desde Cantalojas.


Para poner fin a la temporada de otoño en la que hemos estado explorando las posibilidades  que la zona centro ofrece al packraft, nos dirigimos a los alrededores de Cantalojas, Guadalajara, una fría mañana de finales de diciembre. La intención era descender el tramo llamado "clásico" del río Sorbe. Éste va desde el puente que cruza el río  pasado el centro de interpretación del Hayedo de Tejera Negra hasta un barranco por el que cual ascenderíamos de vuelta en dirección al coche, aparcado previamente en Cantalojas. 
Saliendo desde Cantalojas

Tardamos algo más de una hora en llegar al punto de embarque donde inflamos nuestras barcas y comenzamos el descenso. Eran las 10 de la mañana y la temperatura rozaba los cero grados. Un buena actividad para estrenar nuestros trajes secos. La primera parte del recorrido es tranquila y los rápidos fáciles se alternan con remansos de agua clara. El río desciende entre altas paredes de pizarra que se levantan y desaparecen a cada meandro. Las orillas están bastante despejadas de vegetación, al contrario de otros ríos de esta sierra que hemos descendido. 
Marco, sus músculos, y su traje estanco nuevo.

A dos tercios del recorrido aparece un primer salto de unos dos metros, fácil, que cae sobre una poza. A este salto le sigue otro de cinco metros, que yo no me atreví a acometer y me escaqueé por la derecha. Marco sí lo hizo y estrenó el traje estanco. Tras pasar los dos saltos una zona de rápidos te conduce a un sifón a la izquierda con el que hay que tener precaución. Más tarde otro rápido termina en una curva a derecha muy pronunciada  que termina en una poza. Tras la poza se encuentra el infranqueable, una sucesión de cascadas no navegables. Para evitarlas se encuentran un par de argollas a la izquierda desde las que rapelar. La instalación ha de ser revisada antes de emplearla.

Marco García en el salto de cinco metros.
Zonas frías y oscuras del descenso.

Como es habitual y debido a su ligereza, lancé mi packraft desde lo alto en vez de rapelar con él. Y al hacerlo éste quedó ensartado en una rama tronchada que miraba hacia el cielo desde el suelo. El descenso tuvo que acabarse algún kilómetro antes de lo que habíamos pensado. Llevábamos cerca de seis horas de actividad y tampoco teníamos demasiadas más de luz así que emprendimos la vuelta campo a través para conectar con una red de caminos y pistas que nos condujo hasta el coche en un par de horas.
Río abajo.
Raja en el packraft tras ser ensartado.

Se trata de una actividad increíble en un entorno de gran belleza y bastante aislado. Con cierta exigencia tanto física como técnica. En este tipo de actividades hay que tener precaución pues cualquier contratiempo puede alargar mucho la jornada y nos encontramos en un sitio muy aislado. Yo por mi parte jamás pensé que existiesen semejantes posibilidades de aventura en nuestras cercanas montañas.

2 comentarios:

  1. Para realizar esta actividad se debe de contar con autorización de la administración competente ya que está dentro de un parque natural

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  2. Gracias por la aclaración. Importante contar con las autorizaciones pertinentes.

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